Aquí una noticia de mi amiga Adriana Cely, nuestra corresponsal en París, sobre sus impresiones del paso de la llama Olímpica por esa ciudad...
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Unos 3000 policías encuadraban el cortejo a pie, caballo, moto, patines, automóvil, barco y helicóptero. Vestidos de Robocop, los que corrían al lado del bus para evitar las intrusiones de los espectadores eran los más fatigados, y contrastaban con la quietud de los atletas que no pudieron moverse ni un milímetro del recorrido previsto.
Quiérase o no, los derechos humanos han sido los protagonistas de ese rito olímpico, y la solidaridad con el pueblo tibetano se ha despertado entre quienes estaban alejados no solo geográfica o culturalmente, sino por mera indiferencia. Y la pregunta que se hacen desde políticos o periodistas hasta simples televidentes: ¿boicot o no boicot?