jueves, 12 de febrero de 2009

Viraje antidrogas de Matallana

Algunos expresidentes de la región se pusierón a pensar sobre el tema de las drogas y las politicas públicas contra su erradicación. Ernesto Matallana, amigo y colega del Externado opina al respecto hoy en El Tiempo:

Viraje antidrogas

Interesante el planteamiento de algunos ex presidentes e intelectuales latinoamericanos de revisar el paradigma de las políticas públicas con respecto a la represión de la producción, distribución y consumo de sustancias estupefacientes. Considero que en la llamada "Guerra contra las drogas" todos los entes de la sociedad, excepto la criminalidad, perdieron.

Si analizamos la situación de los consumidores, el Estado al no garantizar su derecho al libre desarrollo de la personalidad, están sometidos a pagar altos precios para satisfacer sus necesidades personales en relación con el producto que requieren y sin ninguna garantía de calidad debido a la ilegalidad en que se produce; y por otro lado, ponen en riesgo su vida e integridad personales para obtener dichos productos, debido a que tienen que conseguirlos en lugares donde las autoridades no tengan acceso. Por último, existe el riesgo permanente de tener que enfrentarse a las autoridades al realizar conductas que se encuentran reprimidas por el ordenamiento jurídico.

Si analizamos la situación de la sociedad en general, en primer lugar las clases menos favorecidas tienen que ver aplazar el cubrimiento de sus necesidades básicas insatisfechas debido a que el Estado debe destinar parte de los recursos provenientes de los impuestos y de otras fuentes de ingresos, para enfrentar los carteles de las drogas (armas, aumento de pie de fuerza, vehículos, aviones, etc.), siendo esta siempre una lucha desigual, por cuanto el poder que otorga la represión de los delitos asociados a la producción y distribución permite un margen de utilidades muy alto por el riesgo que tiene este negocio ilegal, que les permite también tener toda la capacidad logística y financiera para enfrentar a las autoridades.

En segundo lugar, la sociedad igualmente pierde por el incremento de la violencia, al aumentar las estadísticas sobre número de muertes violentas que surgen de las guerras internas entre delincuentes por quedarse con las rutas del narcotráfico, pues es evidente que quienes tienen a cargo este negocio ilícito son de por sí quienes siempre han estado en la ilegalidad, o si no lo estuvieron, la misma situación económica de países empobrecidos por esta guerra los obliga a trabajar en estas labores (desde personas que no han recibido instrucción, como Pablo Escobar y su cartel de Medellín, hasta profesionales de todas las áreas que sirven a este negocio, léase abogados, químicos, administradores de empresas, etc.).

En tercer lugar, debido a que los grupos al margen de la ley (paramilitares y guerrilla) se apropiaron de este negocio ilícito, se profundizó el conflicto armado interno, por cuanto garantizó fuentes de financiamiento para la guerra de ambos bandos, a los cuales tiene que enfrentar el Estado en desigualdad de condiciones, pero agravando los problemas para la sociedad civil, tales como alistamiento de menores de edad en cada uno de los grupos ilegales; minas antipersona, que ha lesionado y en algunos casos eliminado tanto miembros de la sociedad civil, como miembros activos de las fuerzas militares; ataques terroristas a infraestructura pública (el caso del edificio del DAS en el pasado y los casos recientes de Cali) y privada (el Nogal); etc.
Finalmente, los únicos que salen ganando en esa batalla son los proveedores de armas legales e ilegales, los carteles de la droga que siguen incrementado su poder económico y criminal, y los políticos que financian sus campañas con recursos del narcotráfico.

En alguna conferencia a la que asistí, uno de los ponentes indicó que la represión del delito del narcotráfico tiene un inconveniente y este radica en que cuando el Estado captura a un cabecilla visible de un cartel de las drogas, ello no evita que el sistema se reproduzca, por cuanto siempre hay otro que lo reemplaza, y lo comparaba con el delito de violación; y decía que cuando se captura al violador, mientras que el violador permanezca recluido en un establecimiento carcelario, la sociedad no tendrá temores de que este violador actúe, pues su detención detiene el delito. Lo mismo no sucede con el narcotráfico.
Así que comparto plenamente la posición de los expositores para modificar la estrategia de lucha contra el narcotráfico en toda su cadena.

* Docente de la Universidad Externando de Colombia

Ernesto Matallana*