sábado, 20 de junio de 2009

Impresiones de Lima a una semana

Hoy se termina la reunion del Consorcio latinoamericano de postgrados en derechos humanos, y salimos todos los miembros contentos con los proyectos propuestos, que se refieren especificamente a trabajar en esta área dentro de nuestras universidades y actuando en red. Universidades de Brasil, Argentina, Chile, Perú, México y Colombia, acordamos realizar proyectos comunes. Gracias a los organizadores de la Católica, especialmente a Elizabeth Salmón por su atencion. Estuvimos en el IDEHPUCP, Instituto de Democracia y Derechos Humanos conociendo sus instalaciones. Nos recibió Miguel Giusti, que conocía ya a través de una obra conjunta que editó con Francisco Cortés sobre pobreza, derechos humanos y globalización, y después nos hablo Salomón Lerner quien presidió la CNV, la Comisión Nacional de la Verdad que investigó los 20 años de violaciones de los derechos humanos que dejo más de 70.000 víctimas mal contadas, especialmente en las zonas de influencia de Sendero Luminoso y Tupac Amaru. Nos recomendó ir a una exposición de la Memoria en el Museo Nacional.

Después estuvimos dando la charla sobre la seguridad humana, pobreza, crimen organizado y derechos humanos, hable sobre las posibles políticas públicas a implementar, especialmente lo que resumí en el pasado post, de evitar el populismo penal, analizar y erradicar las causas del crimen, que muchas veces se relaciona con la pobreza y las carencias, sin olvidar el respeto por los derechos en la judicializacion, las penas y la condena y hacer responsables socialmente a los medios de comunicacion por la desinformación sobre estos temas, todo con base en el respeto de los derechos humanos y especialmente garantizando la seguridad humana que significa respeto de los derechos en su integridad, especialmente los derechos sociales, económicos y culturales en lo que tiene que ver con las causas del crimen derivadas de la miseria.

En cuanto a Lima me ha sorprendido por su modernidad y progreso. Aunque nos hemos movido en los distritos más pudientes, San Isidro, Miraflores y Barranco, también estuvimos por Magdalena y el Centro de Lima. Me falta Acho, el barrio chino y barrios altos para llevarme una postal menos sesgada. Sin embargo, lo que más me ha gustado es el optimismo de sus gentes y el orgullo de ser limeños, el ambiente bucólico del invierno con el cielo siempre nublado, con la presencia del mar, los lindos acantilados y algunas ruinas indígenas como la Huaca Pucllana y parte del camino inca en la Universidad Católica me dejaron con una muy buena impresión.

Sobre los sucesos de Bagua, se ha hablado todo el tiempo. Los decretos 1090 y 1064 fueron finalmente derogados ayer por el Congreso. Alan García admitió que cometió errores, los indígenas desbloquearon las carreteras y tanto apristas, omalistas como fujimoristas movieron sus fuerzas para concretar la derogación. Al final 24 policías muertos, 10 civiles y se habla de cadáveres desaparecidos entre ellos el cuerpo del mayor de la policía Felipe Agustin Bazan que desapareció en el operativo de desalojo de los indígenas en la curva del diablo. Aunque ayer aparecian las fotos de los indígenas junto a la policía, parece todavía inexplicable lo que paso y se pide responsabilidades mayores del hecho que se produjerán casi cuarenta muertos en estas protestas.

Al parecer la Constitución de 1993 necesita ser revisada para reconocer el multiculturalismo, incluir la participacion indígena en el Congreso y obligar siguiendo el bloque de constitucionalidad a la Consulta previa siguiendo el Convenio 169 de la OIT. Cuando uno esta lejos uno trata de comparar con su referente más cercano que es su propio país y piensa en las sentencias de inconstitucionalidad que derogaron la reforma forestal y la ley de tierras o estatuto de desarrollo rural precisamente por la falta de Consulta.

Sin embargo, pienso que el tema indígena tanto en Colombia como en el Perú es un problema complejo y difícil de resolver especialmente cuando se trata de explotación de los recursos como el petróleo, el gas, la madera, los recursos mineros y el agua. El diálogo y la concertación, asi como una normatividad que reconozca unos derechos inalienables de las comunidades nativas parece ser la única salida posible a este dilema.