sábado, 9 de febrero de 2013

¿Fue Bentham un feminista?


A finales del siglo XVIII y principios del XIX varios autores como por ejemplo John Stuart Mill empezaron a acompañar el Movimiento Feminista en Inglaterra en lo que se refiere al derecho al sufragio. Su célebre texto "The Subjection of Women" - 1869 - iba en contra de la posición de su padre James Mill en "Sobre el Gobierno", que negaba la extensión de este derecho a las mujeres y las igualaba con los niños. También hay que subrayar que John Stuart Mill fue el primero que presentó en el Parlamento inglés una petición en favor del derecho al sufragio de las mujeres.

Sin embargo, en el caso de Bentham se han producido una serie de debates dentro de los especialistas sobre si el jurista inglés defendió desde el radicalismo los derechos de la mujer y la causa feminista. Teniendo en cuenta lo que dice el profesor Benigno Pendas en su obra "J. Bentham: Política y Derecho en los orígenes del Estado Constitucional" (Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1988, p. 28) la tesis de la profesora Lea Campos Boralevi en su texto "Bentham and the opressed" (Gruyter, Berlín - Nueva York, 1984), especialmente el Cap. 2 "Women" y 3 "Sexual Non- Conformist", que establece que Bentham es un defensor  de la causa feminista es incorrecta ya que incluso en la etapa más radical de su vida niega que las mujeres puedan tener derecho al sufragio. 

Dice Benigno Pendás al respecto "...tampoco en este punto coincide Bentham con John Stuart Mill, tal vez porque, como acabamos de señalar, el primero nunca tuvo en su vida a una Harriet Taylor, ni siquiera a una Clotilda de Vaux; y, desde luego, no simpatizaba con Mary Wollstonecraft (Vindication of the Rights of Women, 1792), la esposa de William Godwin, por la misma razón por la que rechazaba los abstractos derechos del hombre, de inspiración iusnaturalista, defendidos por su marido. En cambio, es bien conocida la debilidad mostrada por Bentham en su edad madura hacia algunas mujeres que figuraban en el elenco de sus discípulos - tal vez, no en primera línea -, entre ellas la joven heterodoxa Fanny Wright y, sobre todo, Sarah Austin, la inteligente esposa del fundador de la Analytical School of Jurisprudence" (Op. cit., pp. 28 a 29). 

Dice el mismo autor que sobre Bentham y el feminismo se tiene que acudir a los trabajos de la italiana Lea Campos Boraveli en su libro "J. Bentham, padre del feminismo" con introducción de B. Carucci, Roma, 1980. Este escrito ha generado un amplio debate entre Lea Campos Boraveli y Terence Ball en "The Bentham Newsletter No 4 de 1980" con los textos "Was Bentham a Feminist?" de Terence Ball, y el artículo "In defence of a Myth", de Lea Campos Boraveli; y la dúplica de Terence Ball "Bentham No Feminist: a reply to Boraveli·". 

Sobre el tema también se puede investigar el texto de Miriam Williford "Bentham on the Rights of Women" en: Journal of the History of the Ideas, No 36, 1975, p. 168 y ss. en donde la autora considera que Bentham si defendió los derechos de las mujeres, como por ejemplo el derecho a emanciparse de sus maridos con el derecho al divorcio ya que un contrato de matrimonio de carácter perpetuo sería "cruel y absurdo" ("Principios del Código Civil") y se opone a los que argumentan que el derecho al divorcio debilitaría la institución del matrimonio, ya que considera que el que ama para casarse, debe amar para mantener la unión.

Sin embargo como afirma Ana de Miguel Álvarez en su texto "Aportaciones a una reconstrucción del debate sobre la igualdad sexual en la tradición utilitarista" (en: Telos, Revista Iberoamericana de Estudios Utilitaristas, Vol. X, 2, 2002, pp. 21 - 36), aunque Bentham no excluye a las mujeres de derechos como el sufragio, dijo que este debate se podría posponer ya que no era tan urgente como el de otorgar a todos los hombres esta posibilidad. Explica la autora que esta posición cae en el Sofisma propuesto por el mismo Bentham en "Sofismas Políticos" del "Porvenir más oportuno" (¡Esperad un poco, que todavía no es el momento!) en donde dice que "Este modo de objeción es el recurso de aquellos que queriendo hacer fracasar la oposición, no se atreven a combatirla abiertamente. Toman casi el aire de favorecerla. No disiente sino en cuanto a la elección del momento. Su intención real es derribarla para siempre, pero para no alarmar, para no dar armas en su contra, se limitan a pedir un simple aplazamiento" (pp, 26 y 27). En este sentido Ball critica la posición de Bentham que cae en el sofisma de la marcha gradual que consiste en aplicar gradualmente la reforma pero, pero en esta gradualidad en donde se supone que en una situación legal existen seis o cinco abusos que necesitan ser urgentemente reformados, y apelando a la magia de la palabra "gradual", los opositores a la reforma consiguen que sólo se corrija un abuso de los cinco.

La posición de otorgar derechos al sufragio a la mujer pero solo una vez que se hayan dado la universalidad del voto a todos los hombres la sustenta Bentham en "Constitutional Code" de 1827 aduciendo que una propuesta así de radical e intensa sería rechazada y causaría mayores males que afectaría incluso la posibilidad que se le otorgue el derecho al voto a todos los hombres. Del mismo modo según Williford, no es que Bentham niegue la capacidad e inteligencia de las mujeres para participar en los cuerpos políticos y las ramas del poder, de hecho es consciente de que las mujeres han detentado el poder absoluto como monarcas y reinas en Inglaterra, Francia, Portugal, Austria y otros países. El problema, sin embargo para Bentham, es que los hombres puedan distraerse en sus asuntos políticos por complacer a las mujeres en los foros de decisión, situación que no sería conveniente ni útil como explica en "Tácticas legislativas".

Como vemos Bentham guarda una posición bastante ambivalente en torno al tema de la participación efectiva de la mujer en el gobierno y su derecho al voto. Esta ambivalencia la sustenta con su mismo principio de Utilidad sobre la conveniencia y la mayor felicidad que en últimas puede llegar a ser interpretado de diversas formas. Como afirma Ball, Bentham cae en sus mismas Falacias y Sofismas  de posponer la discusión para tiempos mejores o no alborotar por ahora el gallinero para de este modo conseguir unas reformas más urgentes, situación que demuestra su tibieza en torno a una defensa de los derechos de la mujer.