Por otra parte veo hoy en el portal de la página de la Universidad Externado la posibilidad de descarga libre de libros hasta el 23 de abril. Están entre otras la Filosofía del derecho de Arthur Kauffmann, El Canón Neoconstitucional editado por Miguel Carbonell y Leonardo García, el Neoconstitucionalismo de Carlos Bernal y un libro de Manuel Atienza sobre Argumentación. Aproveche. Pichando aquí.
Los dejo con el artículo de Vladdo sobre el IPad.
¿iPad o ay, Pad?
Para descansar de la cascada de noticias, chismes y rumores de la campaña presidencial, voy a referirme a un hecho que tiene entretenidos a los amantes de la tecnología, entre los cuales me incluyo: el lanzamiento al mercado del iPad, el último juguete de Apple, que se empezó a vender en Estados Unidos hace poco menos de dos semanas.
Desde 1983 cuando mi tía Cristina y mi hermana trajeron de Estados Unidos el primer computador que tuvimos en la casa (un Apple IIc), estoy pendiente de cualquier noticia relacionada con la marca de la manzanita, que anteriormente era del color del arco iris. En un Apple aprendí a escribir en computador (con dos dedos, como casi todos los periodistas); en un Macintosh, de Apple, ensayé los primeros juegos; en un Mac diseñé en los ochentas El Diario del Otún, el primer periódico colombiano hecho 100 por ciento en computador; en un Mac me conecté por primera vez a Internet; en un Mac recibí y mandé mis primeros mails; en un Mac hice mis primeras travesuras con Photoshop; en un Mac diagramo cada semana la Vladdomanía y en un Mac estoy escribiendo estas líneas. En fin, no exagero ni un píxel si digo que yo soy un Apple purasangre. Por eso sigo con atención cada lanzamiento que hace Steve Jobs, presidente de Apple, y por eso mismo siento que con el iPad quedé decepcionado. Cada cierto tiempo, antes de que salga algún aparato nuevo de Apple, cunden múltiples especulaciones, que a la larga son superadas por el producto final; pues esa compañía siempre excede (o excedía) todas las expectativas. Sin embargo, con el iPad, nadie se sorprendió, pues lo que todos suponían que iba a ser un iPod grande, no es más que eso. Con su pantalla táctil de nueve pulgadas, el iPad es un aparato que se queda a mitad de camino entre un iPod touch y un laptop. Al igual que los iPods, el iPad tampoco se puede conectar a una impresora y carece de cámara; además, es demasiado grande como para llevarlo en el bolsillo o en una cartera. Sin abundar en aburridos detalles técnicos voy a mencionar la que considero su peor falla: la incompatibilidad con flash, una tecnología que permite disfrutar de animación y videos por Internet. Por un capricho que pocos entienden, Jobs aduce tercamente que los archivos de flash descargan la batería muy rápidamente. Si eso es cierto, Apple debería permitir que los usuarios decidieran si activan o desactivan el acceso a flash; en vez de cerrar de plano tal opción, privando así al consumidor de esos contenidos, ofrecidos por la mayoría de los sitios de la red. Por otra de esas terquedades de Steve Jobs, que no quiso abrir el sistema de Mac a otras plataformas, hace tres décadas Apple perdió una buena tajada en el mercado de los PC. Esperemos que la historia no se repita.
VLADIMIR FLÓREZ