Por la tarde o por la noche muchos de nosotros nos dimos cuenta tardíamente que la guerra continuaba y no estaba cerca de que terminara. Cuatro miembros de las fuerzas armadas secuestrados por las Farc fueron asesinados en un enfrentamiento de la guerrilla con el ejército en las selvas de Cáqueta. El coronel de la policía Edgar Yesid Duarte, el mayor de la policía Elkin Hernández Rivás, el intendente de la policía Álvaro Moreno, y el sargento José Libio Martínez, con más de 13 años de secuestro, fueron fusilados en la espalda o en nuca con tiros de gracia. Solo el sargento de la policía Luis Alberto Erazo logró escapar. Los cadáveres fueron encontrados con cadenas. Aunque no se sabe todavía si se trató de un rescate militar o de un encuentro furtivo, la sevicia de los guerrilleros demuestra que la guerra continua de una manera brutal.
Colombianas y Colombianos por la paz han pedido junto con algunos familiares de las víctimas a través de marchas, cartas, comunicados que se realice un Acuerdo Humanitario. En los gobiernos de Uribe y lo que va de Santos no se ha cedido a está propuesta ya que se le considera un chantaje intercambiar secuestrados por guerrilleros detenidos o extraditados que volverán a delinquir. De otra parte se dice que si se accede al acuerdo los secuestros políticos y los económicos continuarán ya que la guerrilla encontrará que dicho delito atroz es un efectivo elemento de presión.
Utilizar el secuestro como chantaje y como arma de guerra resuelta en la práctica ser un caso difícil y complejo de resolver desde lo jurídico, lo político y lo moral. ¿Acceder o no acceder al chantaje del terrorismo? ¿Se deben utilizar los Convenios de Ginebra y dar lugar a la aplicación del DIH? ¿Se debe continuar con los rescates armados o dar paso a una especie de diálogo sobre la guerra? Como familiar o como amigo de un secuestrado de las Farc se piensa que el Acuerdo es la salida. Para algunos ciudadanos indignados se dice que no hay otra salida que los rescates militares. Habrá una tercera vía el de empezar a dialogar sobre el fin de la guerra. La reciente comunicación de ETA de dejar las armas unilateralmente tiene que ser vista como una prueba de que las cosas pueden cambiar. Ni el recientemente abatido Alfonso Cano ni alias Timochenko parecen que estarían dispuestos a dialogar si no se dan condiciones. Sin embargo, lo que presenciamos es que el enfrentamiento armado continua y se vuelve más atroz. La sociedad civil, nosotros, estamos cada vez menos involucrados en lo que pasa. Nos indignamos y nos entristecemos cuando toca, y nos dejamos mover por las emociones muchas veces mediatizadas a través de crónicas televisivas y verdades a medias. Una marcha por la paz, una marcha del silencio, una protesta conjunta parece no tomar fuerza suficiente porque se habla de una polarización y politización de las manifestaciones. El silencio parece ser nuestro único cómplice porque cualquier opinión puede generar acalorados debates. Sin embargo, nos duele Colombia a todos cuando esto pasa aunque no podamos encontrar una respuesta definitiva para decir qué hacer. Esto impotencia, sin embargo, no puede generar que nos quedemos sin pensar en las propuestas y las salidas. Por ahora solo la frase de que salgamos pronto de la barbarie como comienzo debe ser un lema de todos.
Recientemente la Universidad del Rosario publicó el libro de Ana Katerine Heyck Puyana titulado "Derecho Internacional, Acuerdo Humanitario y Solución Pacífica del Secuestro".
Aunque el texto de Heyck propone como salida el Acuerdo Humanitario, comparándolo con los casos de Israel, se debe pensar que si esta es la salida, se debe buscar fórmulas para que los guerrilleros liberados no vuelvan a delinquir y también pensar en que las liberaciones pueden dar camino para la búsqueda de la paz definitiva a través del diálogo. El secuestro no debe ser utilizado como un chantaje ni como una arma de guerra. Para los que están lejos pueden leer algunas de las propuestas de Ana Katerine Heyck en formato de tesis doctoral aquí.