sábado, 24 de agosto de 2013

La historia de Lee Kyung Hae para comprender la crisis de los agricultores en Colombia



Leyendo un buen libro "Obesos y famélicos: el impacto de la globalización en el sistema alimentario mundial"  (Barcelona, Lucrecia, 2008) de Raj Patel me encontré que Colombia no ha sido la única que ha sufrido los peligros de la economía mundial con relación a sus  agricultores y ganaderos en el mundo debido a la globalización (Léase Tratados de libre comercio sin restricciones de países más desarrollados e industrializados). Patel tiene un capítulo dedicado a la historia de Lee Kyung Hae, el ganadero que decidió suicidarse en la Cumbre de la OMC de 2003 en Cancún acosado por las deudas de los préstamos recomendados por su gobierno para competir con la carne que venía de Australia. 

Dice Patel lo siguiente con relación a la historia de Lee

"El 10 de septiembre de 2003, en la conferencia ministerial de la Organización Mundial del Comercio en Cancún, Lee Kyung Hae, un granjero y líder campesino, trepó una cerca de las barricadas detrás de las cuales se celebraban las reuniones. Abrió una navaja roja, gritó "la OMC mata agricultores" y se apuñaló en el pecho. Murió a las pocas horas. Durante los días siguientes desde Bangladesh hasta Chile, de Sudáfrica a México, decenas de miles de campesinos llevaron luto y marcharon en solidaridad al grito "Todos somos Lee" a fin de lograr apoyo nacional para la agricultura. 
Lee vivía la vida de un activista. En 1987, fue uno de los líderes en la fundación de la Asociación Coreana de Agricultura Avanzada. Su granja, llamada Seúl, en Jangsu, Corea del Sur, estaba en tierra ingrata, desde luego no el tipo de tierra en donde los vecinos de Lee pensaban que podría satisfacer sus modestas ambiciones de ganadero. Había estudiado agricultura en la universidad, donde conoció a su futura esposa, y luego volvió para sacar adelante su granja. Instaló un pequeño teleférico para subir el heno por la colina en invierno; electrificó los alambrados; se lanzó de lleno al terruño y a su propiedad. La granja Seúl se convirtió en una escuela de formación y, en 1988, las Naciones Unidas lo reconocieron con un premio por el liderazgo mundial. 
Podría haber terminado con un final feliz, pero el gobierno coreano decidió levantar las restricciones a la importación de carne vacuna australiana. El gobierno australiano ha apoyado mucho la industria de exportación de la carne - Australia es el mayor exportador de carne vacuna del mundo - y la concesión de incrementar las ventas a Corea fue una victoria no sólo para las corporaciones australianas como Stanbroke y AustrAG, sino también para las grandes empresas de distribución como Cargill Australia y Nippon Meat Packer, que responden a intereses norteamericanos y japoneses, respectivamente. El gobierno coreano sabía que el precio del ganado iba a caer con la entrada de carne de vaca australiana barata, y por lo tanto incentivó a los productores coreanos a que aumentaran el tamaño de sus cabañas a través de préstamos. Siguiendo los consejos del gobierno, esto fue lo que hicieron los Lee. Pero el precio de la carne siguió siendo bajo, y para poder pagar los intereses de los préstamos tuvieron que vender vacas. Pese a que achicaban su cabaña a razón de unas pocas cabezas por mes, y usaban el dinero para devolver los préstamos, los Lee no lograron conservar su granja. Al final, Lee Kyung Hae la perdió. Por primera vez, alguien lo vio llorar. La familia lo encontró en un cine, preso de las lágrimas, avergonzado de ser visto en su dolor" (p. 42 y 43).  


La arracacha de Bentham



Publicado en el blog de proyecto Bentham aquí. 
En tiempos de protesta de los paperos y agricultores de Boyaca y Nariño, con noticias de apropiación de semillas y biodiversidad por compañías como Monsanto, es interesante conocer la segunda carta de Bentham, que según Pedro Schwarzt y C. Rodríguez Braun (Las relaciones entre Jeremías Bentham y Simón Bolívar) Bentham envió a Bolivar. En dicha carta, fechada el 24 de diciembre de 1820, le dice Bentham a Bolívar que ya le ha enviado a los españoles de Cádiz, los de las Cortes liberales, su opinión sobre lo que es mejor hacer con Hispanoamérica y es que se liberen sus territorios. Esta idea, le dice Bentham a Bolívar, la expuso en su texto "Liberaos de vuestra colonias ultramarinas", ya que resultaba más conveniente económicamente que no se sigan manteniendo las colonias y que a través del libre comercio, se siga obteniendo beneficios económicos para España ya que por su lenguaje, costumbres, religión y quizás leyes, se conservarán los vínculos. 

En relación con este punto Bentham expresa  lo siguiente: "Lo que digo a los españoles es que en tanto y en cuanto se liberen de las colonias de Ultramar, no importa quién se las quede, en todo o en parte, pero siempre que su gobierno sea bueno, porque cuanto mejor sea, más numerosos y ricos serán los clientes para todas las mercancías que tengan para colocar; y la comunidad de lenguaje, costumbres y religión, y en cierta medida de leyes, les garantizará -y no habrá estipulación expresa en contrario- una preferencia perdurable sobre todas las demás naciones...".  Sobre el particular dice Bentham que sino se garantiza el libre comercio por parte de España en sus Colonias, muchas de ahora independizadas, se propagarán los contrabandistas, salteadores de caminos que "proseguirán alterando su prosperidad y ruina...". 

Al final de la Carta Bentham le pide un favor que a pesar de que puede sonar "por completo frívolo" para Bentham es notablemente importante. Le dice el jurista inglés a Bolívar que ha tenido noticias según el periódico "The Morning Chronicle" que en Zipacón [en la carta dice "Bipacon"], cerca de Santa Fe de Bogotá, se cultiva un tubérculo similar a la papa, la arracacha, pero que es superior en sabor, utilidad y producción. Bentham le comenta que el cultivo de la papa ha sido de vital importancia para Irlanda y que desearía que Bolívar le enviará unas semillas de arracacha para también cultivarla en Inglaterra. Le comenta que la Sociedad Hortícola ha hecho gestiones para traer las semillas y la planta a Gran Bretaña, pero no lo ha logrado y que estaría muy agradecido si Bolívar le enviará a través de la correspondencia unas semillas de dicha planta. Le indica que a través de la experimentación harían seguramente crecer y producir en el reino. Finalmente Bentham le escribe que él y la Sociedad Real de Londres le estarían agradecidas y que por sus labores escribiría su nombre en la "lista de asociados".  El final de la Carta dice lo siguiente: 

"No quiero decir que el presidente de Colombia debería agacharse a recoger semillas para Inglaterra, como (se dice) hizo el emperador Claudio para recoger conchas de coquina en Inglaterra. Pero para ésta o aquella persona bien dispuesta, botánica o no, situada dentro de su zona de influencia quizás una palabra suya fuese suficiente. Si se envían semillas, con o sin raíces, quizás puedan remitirse también directrices para el cultivo de la planta, y en tal caso, cuanto más detalladas mejor. Pero las semillas no deben esperar a las raíces, y menos a las instrucciones, cuya carencia puede ser suplida aquí, sin mayor dificultad, por la experimentación, inteligentemente dirigida: en cualquier ocasión que el Sr. Hall envíe una carta a este país podrían adjuntarse algunas semillas de este vegetal, si es que su valor se corresponde, en algún grado, con la información expresada más arriba. Pero la gloria quizás merezca el nombre de Bolívar, y la Sociedad Real de Londres estaría orgullosa de inscribir ese nombre en la lista de sus asociados. El presidente Sir Joseph Banks, se esforzó en conseguir la plantas (se dice) pero sin éxito”.

Como vemos no es nueva la llamada apropiación de nuestra biodiversidad por parte del Imperio y desde Linneo quizás se logró a partir del uso de la ciencia y tecnología expropiar el cultivo de plantas y alimentos originarios de América como la quina, la papa y el caucho. No sabemos si Bolívar le envió las semillas de arracacha a Bentham. Queda oficio para los investigadores.

Reproducimos toda la Carta de Bentham a Bolívar de 24 de diciembre de 1820 traducida y publicada en el trabajo de Schwartz y Rodríguez Braun y que pueden encontrar
 aquí.