miércoles, 22 de abril de 2015

Algo para acordar



Por: Gonzalo A. Ramírez  Cleves
Profesor Universidad Externado de Colombia
@iureamicorum

Publicado en Ámbito Jurídico 21 de abril de 2015 aquí. 

Aunque algunos especialistas habían advertido de los riesgos de un proceso de paz sin cese al fuego, el ataque de las Farc con un saldo de 11 militares muertos y  20 heridos en el municipio de Buenos Aires  (Cauca), fue como un baldado de agua fría a los que creemos en una salida al conflicto a través del diálogo. El acto de la guerrilla fue atroz y todos nos encontramos indignados con esta situación del todo reprochable por su crueldad.

Haciendo un poco de memoria al final de año pasado se había presentado el secuestro y luego liberación del general Alzate en el Chocó, hecho que dio lugar a que se suspendieran por primera vez los diálogos de paz. Tras la liberación del general y la reiteración de las conversaciones, alias “Pastor Alape” expresó el deseo de la guerrilla de un cese bilateral de las hostilidades. A finales de diciembre la guerrilla propuso un cese unilateral del fuego, que el Presidente Santos calificó como una “rosa con espinas” porque dicho cese estaba supeditado a que la guerrilla no fuera atacada y de este modo se aplicará el difuso criterio de la legitima defensa cuando ésta se sintiera en riesgo.

Antes de Semana Santa se pensó que se estaba dando un desescalamiento del conflicto, con la propuesta de un acuerdo sobre desminado y finalmente el 9 de abril con la prórroga de la suspensión de los bombardeos. Sin embargo, el ejército seguía realizando operaciones militares en regiones como el Chocó en donde se dio el abatimiento de alias “El Becerro”, que llevaba más de 35 años en la guerrilla, y la captura de alias “El Paisa”, en donde fueron incautados más de 400 kilos de pasta de coca en el mismo municipio de Buenos Aires. Del mismo modo poco antes del ataque, se dieron enfrentamientos entre el ejército y la guerrilla en Ituango Antioquia, que fueron denunciados por el Comandante del Ejército como una violación del DIH porque según el general se estaba utilizando a la población civil como escudo.

Aunque la frase del gobierno de que “Nada esta acordado hasta que todo este acordado”, da lugar a que se tenga precauciones sobre el curso de la negociaciones, la masacre de Buenos Aires pone de presente que es perentorio realizar unos acuerdos básicos relacionados con la marcha de las conversaciones en medio del conflicto para evitar actos barbáricos.

La propuesta de una comisión de verificación por parte de los Estados garantes y otros organismos nacionales e internacionales, parece una medida con buenos propósitos, pero debe ir acompañada de unos acuerdos concretos. Un primer acuerdo sería que se cumplan con las normas de DIH, de este modo la comisión de verificación sería el único órgano que pudiera establecer si hubo violación o no de dichas normas con informes puntuales por cada hecho denunciado.

Otra medida podrían ser compromisos parciales de paz previamente verificados que den lugar a una medida compensatoria. Por ejemplo, se podría pedir que si se da un compromiso de paz previamente verificado por la comisión, se de cómo contrapartida otro gesto de paz. Pueden ser calificados como gestos o compromisos de paz de parte de la guerrilla, la liberación de secuestrados y de niños reclutados, el desminado, la entrega de laboratorios de cocaína y fábricas de armas y no únicamente el cese unilateral del fuego. El gobierno por su parte, una vez verificados por la comisión que se están dando dichos gestos o compromisos, puede ordenar que los ataques cesen en los lugares en donde se produzcan estos hechos con la única condición en que se mantengan dichos compromisos. Finalmente la propuesta del gobierno de establecer un cronograma con unos plazos concretos para el desarrollo de las conversaciones y los acuerdos, se tiene que acompañar también con una comisión de verificación para que los términos no se burlen y los temas se vayan abordando.

Todos los estudiosos en materia de acuerdos en procesos de paz en medio del conflicto coinciden en afirmar que las últimas etapas de conversaciones son las más cruentas porque se trata de negociar con muertos para demostrar la fuerza que se tiene. Sin embargo, esta estrategia resulta altamente costosa porque mina la confianza del proceso y los enemigos de las negociaciones empiezan a florecer y a acrecentarse. Acordar el desarrollo de las negociaciones en medio del conflicto resulta importante y perentorio en este punto de los diálogos. No se trata de dejar de velar por la conservación y seguridad del territorio y la vida de los colombianos, sino empezar a concretar los acuerdos por medio de hechos verificados para que de esta manera se empiece a fortalecer la confianza en las negociaciones y la veracidad de los compromisos.