¿Blawgear o no Blawgear: porque es mejor tener un blog jurídico que no tenerlo? (Primera parte)
1. ¿Cómo me convertí en un blawger?
Esta conferencia se remite entonces a la pregunta de Hamlet que casi es una invitación constante al suicidio o la desaparición que convierte luego en un dilema filosófico sobre “ser o no ser ahí está el dilema”. Es pregunta existencial se te presenta todos los días cuando abre uno su propio blog. El mío iureamicorum lo cree en febrero de 2007 después de un viaje a Nueva York, la meca de todos los vicios (sincity), allí me di cuenta de que en las universidades gringas que visite – Columbia , New York University y Princenton, los estudiantes usaban como una herramienta más de trabajo sus computadores personales, en las clases y en las bibliotecas como si fueran cuadernos de notas de mi generación o la pizarra con la tiza de las generaciones anteriores. Sin embargo el ordenador personal de Bill Gates no estaba siendo utilizado como una herramienta autónoma, el valor agregado de estos aparatejos era la Internet, que se convertía quizás en la verdadera utilidad del portátil. Los estudiantes mientras el profesor impartía su clase chateaban, se metían en googleearth, buscaban información, o respondían a e. mails. Era un mundo paralelo a la manera de Matrix en donde también se interactuaba y se vivía, al mismo tiempo que la vida real, que continuaba desde las aulas de clase o en las silenciosas bibliotecas.
Llegué a los blogs en este mismo viaje cuando le pregunte a mi amigo Carlos Bernal, que se encuentra haciendo su doctorado en Filosofía en la Universidad de la Florida, si sabía de algunos libros sobre derecho que pudiera comprar en Estados Unidos, él me contestó que lo mejor era buscar en el blog de Lawrence Solum, un egresado de Harvard y profesor de la Universidad de Illinois en Champagne, quien tenía un blog (legal theory) en donde hacía reseñas de novedades bibliográficas. Ese mismo diciembre había leído en un periódico que las acciones de blogger.com y de youtube.com habían sido las que más ganancias habían tenido durante el año. La primera de ellas era la página de la plataforma de uno de los blogs más populares del momento administrado por la empresa google.com, la misma del buscador. Según el periódico, el fenómeno de los blogs se iba a generalizar en poco tiempo, es decir que en unos pocos años seguramente todos tendríamos un blog lo mismo que ahora todos tenemos una dirección de e. mail o en algunos países como Colombia un perfil en facebook. El periódico informaba que era muy fácil abrir un blog y que se podía hacer en tres pasos, te preguntan unos datos, te muestran unos modelos de cómo deseas que sea el formato del tuyo, lo bautizas y ya tienes tu blog. El fenómeno blogger en el 2008 no se ha popularizado todavía, y parece que no lo va a hacer nunca, ya que no a todo el mundo le atrae la idea de escribir y postear. Sin embargo, apenas regresé del viaje a Bogotá, abrí mi propio blog, lo bautice iureamicorum.blogspot.com, se me ocurrió que el latinajo así no fuera cierto, que traduce supuestamente “el amigo del derecho”, sería una buena forma de popularizar el sitio, burlándome del mal uso del latín por parte de los abogados. Ya hacía parte del mundo virtual, ya tenía esta herramienta en la cual estoy colgando estas notas, pero tardaría algunos meses y años en descubrir cómo subir imágenes, fotos, videos, audios. Me molesta todavía que no se puedan colgar Pdfs, que yo sepa hasta ahora no se puede hacer y tiene uno que remitir a una página web independiente. Deberíamos escribirle a google para que nos deje poner escritos en Pdf directamente. Sin embargo, el formato blog permite hacer encuestas ponerle gadgets o tonterías, como un reloj, un contador de ingresos, traductores, actualizaciones de noticias y de posts de otros blogs, entre otros artilugios. Me queda mucho por aprender del mundo de los blogs pero creo que hasta ahora ha sido una buena experiencia. No obstante lo anterior, con este escrito pretendo someter este instrumento – el blog – al test de proporcionalidad de Robert Alexy, daremos seis razones para blawgear (es decir tener un blog jurídico – blog + law = blawg) y seis razones para no hacerlo para así someterlo al test del alemán y decidir este “hard case” o caso difícil, aquí vamos…